LA FIESTA DEL ALMENDRO

Todos los años, por estas fechas, se celebra en muchos lugares la fiesta de la floración del almendro, como inicio de la primavera.
En La Fregeneda, último pueblo de Salamanca en la raya con Portugal, esta fiesta tendrá lugar, este año, el 7 de Marzo.
Comenzará a las 11 h. con la recepción de las autoridades españolas en la Casa Consistorial para trasladarse luego al Muelle de Vega Terrón donde recibirán a las autoridades portuguesas.
A las 13 h ambas delegaciones: españolas y lusas realizarán la plantación simbólica de un almendro en la plaza y a las 13,15 tendrá lugar la inauguración fotográfica "Encuentros y olvidos" de Vicente Serra Puparelli. A continuación realizará el pregón el escritor y director del Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca D. Juan Francisco Blanco. Se dará a conocer el fallo del concurso literario "La Flor del Almendro".


Todas las autoridades y ciudadanos que acuden a este evento, se trasladan a la población vecina de Barca D' Alva en Portugal donde se monta un mercadillo típico y donde, si el tiempo lo permite, se celebra una comida campestre con lo típico de ambos paises.

La poetisa salmantina Soledad Sánchez Mulas, publicó el año pasado este poema dedicado al almendro en esta fiesta de La Fregeneda:

Abrir en la Fuentita otra casa amarilla
y esperar anhelante el romper de febrero
y sus almendros.

Debió embriagarse
con las olas de espuma de las copas,
con el mar de rosadas caracolas
sonoras, en la playa de fiesta
de la flor del almendro.

Entornando los ojos,
sus lóbulos intactos,
orate solamente de perfumes,
debió pintar los campos nacarados
estallando en rotunda primavera.

Debió brotar al lienzo
las ondulantes ramas
en el árbol colmado,
donde el rojo jugara al escondite,
con el blanco
asustado de garanza.

Llover sobre la tela a borbotones,
a vigorosos golpes de pincel,
sus ténues pétalos;
desdibujar sus flores
hasta hacerlas perfectas:
apenas una pizca de labios,
besando el sutil mármol.

Una dulce nevizna sofocada.

Manar nudos fecundos en la ramas:
arrolladores verdes,
contundentes cinabrios,
algún violeta roto
de tanto azul y rojo enamorado.

Debió pintar su cielo,
batiéndose en vaivén de azul cian,
blanco de plata...
triunfal azul cobalto...

Espirales sin fin, siguiendo el rastro
del aire saturado de turquesa.
Remolinos de azul en marejada,
cúmulos blanco y humo,
celeste entretejido.

Debió pintar así todas las flores,
de todos los almendros florecidos,
y derrarlas luego,
esparcir la temprana primavera,
La Fregeneda toda,
sobre la cuna nueva
del retoño dormido.

Aunque es un poquito pronto para la primavera y aún con estos días de tanta lluvia, quiero dejaros esta entrada.
Mientras yo, aprovecho unos días de descanso y me voy con mi hija a hacer un viajecito. Nos encontraremos a la vuelta.