ENTRE DOS LUNES

Desde el lunes de pascua al lunes de aguas, los salmantinos nos metemos entre pecho y espalda unos buenos kilos de hornazo.

En la provincia el día tradicional de tomar el hornazo era el lunes de pascua. En ese día se iba en familia al río, al campo ... etc. Actualmente permanece ese día, pero ha sido ampliado a otros días .

Como muchos de los salmantinos vivimos en otras ciudades y el lunes de pascua hay que incorporarse al trabajo, las familias han ampliado al sábado santo y/o al domingo de pascua la comida del hornazo; además como a las mismas han ingresado miembros de otras autonomías, se ha ido añadiendo al hornazo otras perlas gastronómicas, que cada familia gestiona como le parece.

En mi familia y otras cercanas
hemos incorporado:
1º- Un poquito de verdura
consistente en unos buenos calçots,
cultivados en el pueblo,
pero traidos de cataluña.

2º- Algunas costillitas y/o chorizos
asados al fuego,
según nº de comensales.
3º- Un corderito lechal salmantino
criado en los campos del pueblo.
4º- Hornazo relleno de tajadas
de cerdo de la zona.
5º- Flan de huevo,
a ser posible de gallinas autóctonas.
6º- Si el tiempo ha sido lluvioso,
se añade ensalada de maruja,
llamada también pamplina,
conseguida de los arroyos o regatos.

Como se comprueba, este banquete
solo es posible una vez al año.
Qué cuerpo y colestrol resistirían
envites como éste más veces ?

En la capital el día de comer el hornazo es el lunes de aguas, el lunes siguiente al lunes de pascua.
Esta tradición se remonta al siglo XVI, cuando Felipe II en su afán de poner orden moral a los desenfrenos de la época, dictó una orden por la que las prostitutas deberían estar fuera de la ciudad, al otro lado del río (arrabales) desde el miércoles de ceniza hasta el lunes siguiente al de pascua, custodiándolas un clérigo al que nominaban el padre putas.

Según cuentan las crónicas, el regreso de las mismas se hacía a bombo y platillo y los miles de estudiantes universitarios y demás hombres de la capital iban a buscarlas en barca y las pasaban por el río a la casa de la mancebía, incorporándose así a la vida de la ciudad.
En ese momento se comenzó a llevar una merienda que era una torta rellena de carne de cerdo: el hornazo.

Hoy en día no solo se va a comer el hornazo al río sino a poblaciones cercanas, al campo, etc.
La forma puede ser cuadrada o redonda, sofisticado de grandes pastelerías o artesano de los hornos de leña de los pueblos, pero siempre rico, rico, rico.

Receta del hornazo

Para la masa
3 huevos
1 vaso de vino blanco.
1 vaso de aceite.
1 kgr aproximado de harina.
25 gr. de levadura.

Sal y azafrán.

Para el relleno:
Jamón.
Chorizo.
Lomo adobado.
Huevos cocidos.

Preparación:
En un recipiente se baten ligeramente los huevos, se añade la levadura. Se mezcla el vino y el aceite, después la sal y el azafrán (éste es optativo), volviendo a batir todo otra vez. Se añade la harina poco a poco, hasta conseguir una masa que no se pegue al contacto con los dedos. Se amasa y se deja reposar dos horas en un sitio templado. Después hay que extender la masa con un rodillo sobre una mesa y se separan dos partes. Una de las partes se pone en una bandeja de horno bañada con un poquito de harina, se coloca el relleno encima ( los huevos cocidos y las carnes ligeramente fritas: chorizo, jamón, lomo), se tapa con la otra parte de la masa, se cierran los bordes.
Se bate otro huevo y con un pincel se da brillo a la superficie del hornazo, se pica la masa con un tenedor para que salga el aire al cocerlo. Se introduce en el horno, precalentado a 200 grados, durante 35 minutos.

Hay que esperar a que se enfríe para comerlo, … y si se acompaña de un buen vino tinto … es una delicia.